La frente marchita

La frente marchita
La frente marchita

La frente marchita

Relato de un emigrante español del siglo XXI ante el exilio del siglo XX

Por Luis Miguel / Círculo de Oldenburg – Bremen

Los versos eternos del maestro Gardel resonaban en mi cabeza mientras accedía al avión que debía llevarme al hemisferio sur, a «mi Buenos Aires querido» aunque todavía desconocido. En la capital de la República Argentina iba a compartir unas jornadas apasionantes con los compañeros de allende el Atlántico y con los que se desplazaron desde Europa.

La metrópoli junto al Río de la Plata me conquistó desde el primer momento, fue amor a primera vista. Ciudad europea, un Madrid en el otro hemisferio, un París bajo la Cruz del Sur. Ciudad colonial y criolla en San Telmo y La Boca. Y desde el primer paseo por la Avenida de Mayo me tope de bruces con la memoria del exilio republicano, como el café Iberia, donde se reunían los exiliados más ilustres para exorcizar en grupo el demonio de la nostalgia de la patria perdida, o el hotel Castelar, donde se alojaba Lorca y donde mantienen su habitación tal y como estaba cuando él era huésped.

Un niño pasa por debajo de una bandera republicana desplegada durante la manifestación por la Verdad, la Justicia y la Reparación que se celebra en Buenos Aires cada 24 de marzo. / Luis Vintem

El Foro de Exterior empezó el 24 de marzo con la Marcha de la Memoria. En ese día de infausto recuerdo cayo la larga noche del horror que durante siete años devoró a los mejores hijos del país, más de 30.000. Y los ciudadanos de bien se manifiestan cada año para recordar a las víctimas de la dictadura y para renovar la promesa de persecución a los genocidas allá dónde puedan estar. Jamás olvidaré la emoción que me embargó esa jornada, marchando y cantando junto a cientos de miles gargantas en la marcha encabezada por las madres de la Plaza de Mayo.

Los siguientes días me seguiría ocupando de la memoria, pero esta vez de la de nuestro país, que hemos de recuperar cuanto antes. Para crear el archivo cero de muestro proyecto de recuperación de la memoria histórica en el exterior, el „Mapa del Exilio“, contamos con la inestimable ayuda de un equipo técnico maravilloso y con lo más importante, el testimonio de exiliados aún vivos. Qué fácil es destapar el pozo de la memoria para que esta salga a la superficie con la fuerza de un géiser y sacie así nuestra sed de recuerdos.

Una simple pregunta al principio de la entrevista sirvió para que Lola, Trinidad, Josefa e Isabel nos abrieran su corazón y su mente, y nos emocionasen con sus experiencias vitales. Y la vida y los recuerdos de estas luchadoras por la libertad y la democracia ensancho todavía más el torrente imparable de emociones que me inundó en el otro hemisferio.

Y aprendí y crecí interiormente. Y ahora soy aún más consciente de la importancia de la conservación de la memoria de los últimos supervivientes de ese largo exilio que nos arrebató una parte fundamental de nuestra patria. Y cuando me embarqué de vuelta a Europa, supe que volvía no con la frente marchita, sino plena de recuerdos imborrables y con la cabeza enhiesta por el orgullo de haber participado en el inicio de un proyecto fundamental para poder construir el futuro que nos merecemos.


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